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10.1.09

reseña de Pablo López Carballo en *afterpost*

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“catálogo de incesantes”, Marcos Canteli


Cada paso es una huella, una estela en transformación. Cada paso un animal diferente, una huella diferente; diferente desde sí y más aún desde los otros. La poesía como HUELLA, como tránsito, es el testimonio del estar vivo, de haber sido otro, y del SER por encima de todo. Así es la obra poética de Marcos Canteli, consolidada ya, que no quiere decir repetitiva, ni tampoco en declive, sino OBRA con voz formada en crecimiento, ¿hacia dónde? Hacia todos lados y hacia sí mismo, del Enjambre (2003) de palabras al “espesor del lenguaje”; espesor ya explorado desde Reunión (1999) y enjambre presente en Su sombrío (2005) y ahora en Catálogo de incesantes.

Lo importante de un libro es que permanezca, que se masculle, que se forme y se reforme ya sin su autor, que no se agote en el tiempo ni en el espacio, en definitiva, un libro debe ser una erupción descontrolada. Algunos, lo consiguen desde el momento en el que nacen y Catálogo de incesantes es uno de ellos.

Su autor parece haber atrapado algunos textos del plancton del mundo, donde no se distinguen los registros, donde la obra ajena se vuelve tan propia como la recién creada y ésta a su vez tan ajena y donde confluyen todo tipo de discursos. Es de este constante caldo de cultivo del que surgen los textos de este libro y desde ahí se hacen palabra poética que revive al contacto con el mundo. Desde el título el poeta nos informa de la muestra, en la que no está presente todo lo que ha visto, sino sólo lo que ha podido exponer en este catálogo; aquello que ha rescatado del flujo incesante al que ha estado expuesto. Una muestra que el ojo primero y la letra después rescataron del incesante flujo del lenguaje, quien no tiene soluciones para el mundo; tan solo acercamientos, vistas parciales y nociones sesgadas. Es éste pues el conflicto, que busca en este libro, su relación más humana, gracias a quien sabe del lenguaje (incluso que no todo puede saberlo) como LENGUAJE y no como designador del mundo.

En este sentido, es casi imposible hablar de Catálogo de incesantes y no mezclar planos. Separarlos es injusto para su autor, puesto que este entrecruzamiento es precisamente una de las principales características que hacen de su libro una obra compleja y fascinante. Las superficies creadas (entre teselas, entre textos o entre partes del libro) se contracturan, se quiebran y se unen sin aparentes nexos.

“vetas

vetas

vetas

de mi médula en traducción”

Así, podría decirse de manera general que las relaciones entre estratos son imprescindibles en los textos y que una obra en la que no se den de una u otra manera (salvo que sea eso lo pretendido), no tendría demasiada razón de ser en este ámbito. De ahí que en este libro, encontremos imbricados a lo fonético y lo conceptual en una raíz que permite la creación genuina, sin imitaciones, ni la adopción de patrones previos. Una escritura como pocas que ataca directamente nuestro sistema de pensamiento, haciendo que los límites comunes se muestren insuficientes para la comprensión:

confluencia en Nostalghia

“de la apreciación de las hojas (o pétalos que me vienen de Pound) al vientre de pájaros de la madonna alienta idéntica vela: por las ruinan de tu lengua cedes cuerpo a tu edad”

A primera vista podría parecer que el estrato fónico es determinante en la lectura, ante la supuesta irracionalidad y la falta de asideros. Pero superado el acercamiento superficial al libro, se percibe el ritmo como efecto del aliento lingüístico, que hace que se agrupen las palabras en bocanadas de aire, en grupos fónicos entre (y dentro de) textos. A partir de esta premisa, sí que comienza a tener importancia ese ritmo, que acaba siendo determinante en su relación con otros estratos y que consigue relaciones entre grupos de palabras que posibilitan las confrontaciones conceptuales que surgen entren teselas.

teselas / 2

tumba inquieta por corazón

contra del ojo

y si en oscuridad cae

soslayo escrito Ì mueren héroes Ì una enfermedad (ala de letra) vibra, llámala nido porque un pájaro sobrevuela ahilado ahí, entreverado hiende esa lírica para encontrar agua entre lenguas Ì sé viejo lentamente en tu acorazado sentir Ì un olvido Ì tal vez contrascesis si flujo, anaquel de piedras pintadas cuando todo convino en ser transparente, un remoloneo que da saliva a lo descoyuntado, que ronronea Ì estas teselas soy: téseras

Aunque, cuando creemos delimitada la temporalidad (por lo fónico) y en cierto modo hemos creído ver aquello que quiere decirnos un texto, ésta se escapa, se camufla. Tan sólo se fija un instante y después muta, se transforma e inquieta al lector.

En cuatro de las siete secciones del libro aparecen referencias explícitas a la obra del cineasta Andrei Tarkovski. Estos textos fílmicos no son un fondo de imagen que actúe de forma simbólica, no es una película proyectada mientras que se desarrollan otros hechos, sino que por el contrario aparecen como germen o brote que lleva al poeta a caminar de la mano de la confluencia artística en un viaje hacia el interior, como el que emprendió el cineasta ruso.
El mar de palabras de Canteli es el agua de Tarkovski, un fluir continuado que en “su coordinación [arroyo, río, catarata y océano] origina un cuadro rítmico único, una innovación orgánica creada por la sensibilidad temporal de su autor” en palabras del autor ruso y rescatadas aquí para hablar del montaje de Canteli, que se erige como dinamitador del lenguaje y logra volverlo único e irrepetible.
Ante el mar del lenguaje, como el cineasta ruso haría con su cámara, el poeta español se defiende con la mirada que va confeccionando mundo:

“Despertar, desentumecer/ la mirada” (Reunión),

“Cada día forzando la visión. Para que el mundo aparezca” (Enjambre),

“pulmón del ojo” (Su sombrío),

“la cornea cámara” (Catálogo de incesantes)

Catálogo de incesantes consigue un efecto de repulsión-atracción oscilante que no permite la interacción constante con el receptor, sino que lo acerca y lo aleja en un juego donde nada puede quedar perfilado del todo. Que nadie espere encontrar en este libro alguna completud, ni obtener una imagen delimitable del mundo, ni aislar un sentimiento, el flujo se impone y Marcos Canteli “inscribe momentáneamente lo suyo, su voy y su voz” como dice Eduardo Milán.

Catálogo de incesantes

“o

la fruta del querer piel Ì la demarcación de lo evidente al vuelo, alveolo ahí, colmado de facilidad, aunque sólo mecido en una punzada se sale de madre: al alambre, su ansiedad de alumbre, al pellejo Ì pejiguera, esta vida soterrada que ni da tiempo al verdín Ì líquida, lámina de alerta por eso, lamo igual mi lengua”

PABLO LÓPEZ CARBALLO




publicado en afterpost 10/01/09

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