Site Network: Home | Blogcrowds | Gecko and Fly | About

30.7.09

nueva lectura de Pablo López Carballo en *Deriva*



Podría parecer que en nuestro panorama poético reciente no hay sitio para propuestas que no radicalicen el entorno social. La creación de bandos literarios denominados como heterodoxos y ortodoxos a través de la simplificación y reducción vende, pero no convence. Afortunadamente, sí hay cabida para propuestas realmente rupturistas como la de Marcos Canteli, que ha ido confeccionando una interesante obra a lo largo de los últimos años en sus libros Reunión (1999), Enjambre (2003) Su sombrío (2005) y más recientemente, en Catálogo de incesantes (2008).

La división de éste último en siete partes, “teselas”, “mallas”, “flujos”, “claustros”, “ikebanas”, “ojivales” y “pasajes” que podría llevar a presuponer una forma preestablecida e independiente para cada una de ellas, enseguida se ve rebatida por la determinante y clara unidad que atraviesa el libro. El hilo común a todas ellas viene estructurado por un sujeto poemático que se sitúa frente al discurrir del lenguaje. Enfrentándose a lo turbio, al vasto fluir del código lingüístico, rescata palabras, frases o imágenes, que lleva hasta la (aparente) claridad de los textos. Éstos son colocados, como nos sugiere desde el título, en un catálogo que muestra un largo proceso de exposición al mundo.

Los diferentes momentos creativos permiten que a lo largo del libro encontremos distintas expresiones populares, como “pila de cds” o “que esta edad ya se pasó dos pueblos”, mezcladas junto con otras que habitualmente son designadas como propias del registro elevado, o relativas a tecnicismos pertenecientes a las artes plásticas o la música. Esta convivencia afecta a diversos planos –el cultural sería uno de ellos-, haciendo que un mismo poema, por ejemplo en “resonancias” (pág. 54), las ruinas mayas y ciertos elementos de la cultura japonesa se den la mano sin extrañamiento alguno. También convergen aquí numerosas lenguas, además de lo propio y lo ajeno, incluyéndose en el texto fragmentos de José Kozer, Robert Rauschenberg, Wolfgang Tillmans, Francisco Pino, José Lezama Lima, o Víctor Erice, entre otros muchos.

Los fragmentos se entrelazan así provocando la manifestación del poema y clarificando de esta manera, el turbio devenir del lenguaje. Pero esto no debe confundir al lector, porque Catálogo de incesantes se presenta siempre como un texto recién creado y abierto a innumerables interpretaciones, que impiden dilapidarlo bajo un único sentido. Estaríamos ante “la fruta del querer piel / la demarcación de lo evidente al vuelo, alveolo ahí, colmado de facilidad, aunque sólo mecido en una punzada se sale de madre: al alambre, su ansiedad de alumbre, al pellejo / pejiguera, esta vida soterrada que ni da tiempo al verdín”.

Otro de los aspectos que caracterizan a este libro es un tratamiento bastante particular de la categoría del «yo». Manifiesto de forma evidente durante todo el libro, este “uso inusual” del sujeto se percibe con mayor claridad en el poema “en Solaris”: “Se deslíen entre algas y espirales el tiempo flota / yo / mi dolor encarna en lo más querido ido / porque no habrá vuelta sino alazán naturaleza, olas de imágenes que se deslíen”. Como una palabra dicha por otro, en cursiva, sitúa irónica y dramáticamente el conflicto del “yo”. Al margen del juego con la versión de Tarkovski, y en menor medida con el originario libro de Lem, Canteli consigue comprimir algunos de los planteamientos centrales de dichas obras y trazar una línea de fuga hacia la propia creación. De este modo, logra permanecer y hacer prevalecer un yo flexible, cambiante y contradictorio, que no cae en la ingenuidad de totalizar cualquier idea de sujeto: “estas teselas soy: téseras”.

Por todo ello, una de las principales cuestiones que llevan a situar a Marcos Canteli en un lugar privilegiado de la poesía española es la coherencia de toda su obra. Desde la primera publicación, hace ahora ya diez años, ha conformado un conjunto de textos que se sitúan permanentemente en la experimentación, sin dejarse engañar por los hallazgos fáciles o la recurrencia. Este poeta ha sabido crear y crearse en la escritura, y eso es digno de elogio.
PABLO LÓPEZ CARBALLO

[publicado en la revista Deriva el 22/07/09]